Luis Benshimol: Mercedes Pardo: más allá del color

La galería Sicardi / Ayers Bacino –en colaboración con la Fundación Otero Pardo– rescata el legado de Mercedes Pardo con la exposición retrospectiva “Más allá del color”. La muestra –que contiene 18 de las piezas más icónicas de la artista plástica– explora la investigación de Pardo, relacionada con el color, la forma y el espacio y la forma en la que tales realidades se conjugan e interactuán.

 

Más allá…

 

Tal y como indica la galería en la nota de prensa que acompaña la exposición, en palabras de Rafael Santana, “hasta ahora poco conocida en los Estados Unidos, la obra de Mercedes Pardo (Caracas, 1921 – San Antonio de los Altos, 2005) constituye un sólido cuerpo pictórico único en el contexto del arte venezolano, y está, sin duda, llamada a ocupar un lugar de primer orden en la gran historia del arte moderno latinoamericano”. A pesar de que el trabajo de Pardo incluyó la pintura, no se limitó a ella, pues también se desarrolló en prácticas con vidrio, metal y artes gráficas como la serigrafía. También diseñó escenografías para teatro y se dedicó a enseñar sobre arte, pero se autodefinió como “colorista”, con un lenguaje propio que desde temprano iba encaminado a unificar espacio, color y forma en un mismo todo.

 

Del informalismo de sus principios, pasó por una especie de semifiguración en que llenaba sus collages de borde a borde con un tumulto de objetos y personajes diminutos, a una fase síquica, de una caligrafía no muy alejada de la extremo-oriental. En su último período se ha dedicado de lleno a una pintura abstracta de gran refinamiento y elevación espiritual, pintura de una sabia y audaz composición de planos y colores inimitables de la más alta belleza. Es poco cuanto se diga de los colores de Mercedes Pardo, punto culminante de su creatividad

Fernando Gamboa, ex-director del Museo de Arte Moderno de México, 1978. A propósito de su “Exposición Retrospectiva” en el museo

 

Desde los 13 años se involucró en la pintura y continuó su trayecto creativo con cursos creativos hasta que se introdujo formalmente en la Academia de Bellas Artes de Santiago de Chile donde tuvo su primera exposición en solitario y, en 1949, ganó la beca del Ministerio de Educación para ir a estudiar historia del arte en la École du Louvre. Es ahí donde, abandonando por completo la figuración alrededor del año 1950, empieza a experimentar con la abstracción a través del collage. En 1952 regresó a Venezuela para participar en la Exposición Internacional de Arte Abstracto en la galería Cuatro Muros de Caracas, donde aún la abstracción chirriaba un poco. Sin embargo, pronto empezó a regresar la generación de artistas que habían emigrado a París, entre ellos Alejandro Otero, con quien Mercedes Pardo había contraído matrimonio en Londres un año antes.

En Venezuela, el clima era propicio para una renovación total de las artes plásticas, tanto a nivel educativo como de producción. Allí su trabajo toma un giro hacia el informalismo, con un trasfondo pictórico pero empezando a explorar los efectos del color. En 1960 se vuelve a mudar a París, donde trabaja la lírica de su lenguaje a través de las acuarelas y, poco después, en 1964, gana el Premio Nacional de Artes Aplicadas del Salón de Arte venezolano. Más adelante, en 1978, se hizo también con el Premio Nacional de Artes Plásticas. La laureada artista, investigadora del color aunque, en sus palabras “no por métodos científicos, sino por intuición, consideraba que el color era su búsqueda infinita.

 

Al relacionarse unos con otros, los colores, como las personas, conversan, se armonizan, cantan… y a veces se refutan, se pelean, se sitúan en posiciones diversas

Mercedes Pardo, El Nacional, 1977

 

 

 

Mercedes Pardo Ponte, Atardecer, 1980. Foto: cortesía Sicardi Ayers Bacino

 

18 piezas

 

Entrar en los colores de Mercedes Pardo es descubrir una dimensión que nunca antes se había sospechado experimentar (…) Al quedarse apenas con planos de color, su pintura entra en un mundo de resoluciones musicales: acordes, intervalos, timbres y tonalidades de color rigen ahora su universo (…) En pintura esto equivale a cierto clasicismo: definiciones nítidas, reposadas y simples; un arte de transiciones claras y de efectos profundos.

–María Fernanda Palacios, “Moradas del Color”

 

Cuando Pardo abandonó el óleo por el acrílico, lo hizo por el color, pues este nuevo material le ofrecía un mayor abanico de posibilidades a la hora de apreciar la expresión cromática de cada tono con precisión. Sin embargo, este no fue el único cambio de técnica que implementó en su carrera. Capaz de cambiar de piel una y otra vez, empezó a trabajar la serigrafía a principios de los años 60, un medio que la acompañó hasta sus últimas incursiones artísticas previas a su fallecimiento en el 2005. En su mayoría, son estos los trabajos que han sido recopilados para la muestra “Más allá del color”, organizada por Sicardi Ayers Bacino en Houston, Texas; aunque también se muestran un par de los collages que definieron sus unicios, así como también algunos acrílicos en lienzo en los que se puede apreciar su entendimiento de los campos de color de una manera que guarda estrecha relación con la de su marido, Alejandro Otero, ampliamente conocido por sus Colorritmos. “Ambos artistas fueron educadores y fueron incansables defensores de la educación, con un interés especial en el papel del arte en la infancia  y en el desarrollo personal. Su legado incluye una serie de proyectos de integración artística que buscaban unir la pintura, la escultura y la arquitectura” (Fundación Otero Pardo).

 

Mercedes Pardo Ponte, S/T AP, 1991,. Foto: cortesía Sicardi Ayers Bacino

Mercedes Pardo Ponte, Armonia en Rojo, 1983. Foto: cortesía Sicardi Ayers Bacino

Mercedes Pardo Ponte, S/T Ed. 1/17, 1972. Foto: cortesía Sicardi Ayers Bacino

 


La muestra “Más allá del color”, organizada por Sicardi Ayers Bacino en Houston, Texas, permanecerá abierta al público hasta el 8 de noviembre de 2018.



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