Luis Benshimol: Chillida en los jardines del Rijksmuseum

Los jardines del Rijksmuseum reciben el verano con las esculturas monumentales del artista vasco Eduardo Chillida, uno de los escultores más importantes de la postguerra en España.

Esculturas entre tulipanes

Por primera vez, las obras de Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) se exhiben en los países bajos. Nueve de sus monumentales esculturas, han sido instaladas en los jardines del Rijksmuseum. La exposición contó con curaduría de Alfred Pacquement, ex-director del Centro Pompidou, y el préstamo de las obras se hizo gracias al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, la Colección Peggy Guggenheim de Venecia, la Fundación Eduardo Chillida – Pilar Belzunce en Hernani, Ordovas en Londres y con la colaboración de coleccionistas privados.

La muestra reúne un excepcional grupo de obras de grandes dimensiones, que dan cuenta de la absoluta claridad y compromiso de Chillida con sus investigaciones sobre cómo se complementan la plenitud y vacío, los espacios interiores y exteriores, además de la gravedad y equilibrio. En el recorrido de la exposición, los visitantes podrán observar piezas como “El Arco de la Libertad” (1993), en la que un plano mira al cielo y el otro al horizonte. El recorrido finaliza con el “Peine del Viento”, perteneciente a una serie que tomó un largo tiempo de producción. Hoy en día se sabe que Chillida realizó 26 o más piezas, tal como apunta su hijo, Ignacio Chillida, quien remarca el enfoque humanista del arte que se podrá apreciar en esta selección de sus esculturas presentadas en los jardines.

 

Eduardo Chillida, “El Arco de la Libertad”, 1993. Foto: Rijksmuseum

Escultura de la famosa serie “Peine de los vientos” de Eduardo Chillida, en el Rijksmuseum. Foto: El País

 

Eduardo Chillida hizo un significativo aporte a la renovación de la escultura en el siglo XX y es una figura ciertamente destacable en su generación. Su trabajo combina la abstracción moderna con técnicas artesanales tradicionales para moldear materiales, pacticularmente la forja del hierro. Frecuentemente, para elaborar sus numerosas y celebradas obras públicas, del acero de gran formato, no dándose por aludido en cuanto a las restricciones innatas del material. Chillida creía que “construir es edificar en el espacio”.

–Alfred Pacquement, curador de la exposición “Chillida en los jardines del Rijksmuseum”

 

Vacío y relleno

El trabajo de Chillida tiene más artesanía que exactitud matemática. Para Pacquement, cada obra del escultor logra un diálogo con el material para explorar las clásicas dicotomías de plenitud y vacío, exterior e interior, gravedad y equilibrio. Cada una de sus piezas fue creada con la intimidad de un artesano con su material, a menudo desarrollado por el mismo, con el soporte de herreros, cubriendo la obra con una aleación de óxido en formas abstractas monumentales de cualidades combinadas, de movimiento y tensión. Expuestas a los elementos, sus obras adquieren una especie de costra natural que hablan del paso del tiempo y la integración con la naturaleza.

 

Obras de Eduardo Chillida en los jardines del Rijksmuseum. Foto: El País

Obras de Eduardo Chillida en los jardines del Rijksmuseum. Foto: El País

Obras de Eduardo Chillida en los jardines del Rijksmuseum. Foto: El País

Chillida empezó su carrera como futbolista profesional pero una lesión impedió su curso, que cambió de rumbo hacia la arquitectura antes de mudarse a París con el propósito final de estudiar arte. Por aquel entonces, le inspiraban las esculturas griegas del Louvre, por lo que empezó a experimentar con el medio en materiales como madera y alabastro. A su regreso al País Vasco, empezó a utilizar hierro y a trabajar sus esculturas a gran escala. En 1958 ganó el Premio de la Bienal de Venecia. Actualmente, su legado está representado por Hauser & Wirth y su trabajo se encuentra en los más importantes museos como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Kunstmuseum Basel, el Art Institute of Chicago y la Neue Nationalgalerie de Berlín.

 


La exposición permanecerá abierta en los jardines del Rijksmuseum hasta el 23 de septiembre de 2018.



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